- Comparar a nuestro esposo con otro hombre.
“Al medirse con su propia medida y compararse unos con otros, no saben lo que hacen”. (2 Corintios 10:12)
- Asumir que nada nos afecta negativamente, ya sea mirar cualquier programa o serie de televisión, escuchar cualquier tipo de música, navegar en cualquier web y hasta leer cualquier libro sin importar de que trate.
“El hombre que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien; pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque de los que abunda en el corazón habla la boca”. (Lucas 6:45)
- Estar seguras de que por hablar a otros hombres palabras íntimas no le fallamos a nuestra pareja ni a Dios; pues limitamos el fallo solamente a lo físico, y no sabemos que esto también incluye el pensamiento.
“La lengua puede contaminar todo el cuerpo.” (Santiago 3.6)
- Fantasear con otro hombre cuando tengo relaciones con mi esposo.
“Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él”. (Romanos 8:5-9)
- Pensar en qué tipo de hombre quisiéramos tener a nuestro lado si nuestro esposo no estuviera.
“Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”. (Romanos 8:5-9)
- Creer que la masturbación no hace daño.
“Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; (1 Tesalonicense 4:3-5)
- No resistir la tentación por el simple hecho de que crees que si eres tentada sexualmente, ya eres culpable.
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. (Hebreos 4:15-16)
- Pesar que nadie entenderá tu lucha.
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”. (1 Corintios 10:13)
Por: Tey Abreu
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